jueves, 18 de mayo de 2017

Grises

A veces las palabras dichas al aire son solo eso,

a veces la voz va por delante de los sentimientos y esos estúpidos nervios cobran liderazgo sin darte tiempo a reaccionar.

Yo escribo,  que no implica que sea escritor,

escribo para que se me oiga,

para darle algo de sentido a este mundo en el que parece que las palabras han dejado de tener significado,  han dejado de tener valor.

Escribo para demostrar que no todo lo escrito es escritura,

que  todo lo que rima no es poesía,

que la verdad plena no existe al igual que no existe el blanco y negro en una vida que es más compleja que eso.

Escribo para a susurrar a gritos,

para que no se me haga caso y poder decir que lo dije,

para que no se me entienda y se me conozca al cien por cien,

las personas,  al igual que la vida,  son contradicción y puro cambio.

Escribo al amor que creemos que esta pero no,

al que creemos que no está y florece sin previo aviso.

Soy amor y odio,  cariño y resentimiento,

bondad y rencor…

Soy una mala leche contenida en alguien que se preocupa,

soy listo y pánfilo a la vez,  un pesimista con el vaso medio lleno dispuesto a tirarlo contra el suelo para recoger otro recién servido.

No soy escritor aunque escribo,

cantante aunque berreo,

soy yo mismo,

ser humano difícil de  catalogar,

que cae bien y cae mal,

al igual que el resto que son como yo.

Que la recuerde quien la tenga que recordar.

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