Cierro los ojos y me encuentro sumergido en un silencio acompañado con
la música que he elegido con antelación, se que en esos momentos estoy solo, pero
me siento acompañado.
“Un olor, un sonido,
una respiración”
Todos mis sentidos se agudizan, pero no precisamente para enterarme de
lo que tengo a mí alrededor, ya he dicho antes que en estos momentos me
encuentro solo en la habitación. No, mis sentidos se agudizan de tal modo que
se meten dentro de mi cabeza y me llevan a reconocer murmullos que antaño
fueron gritos.
“Un color difícil de
describir, un silencio nada incómodo, un tembleque totalmente involuntario.”
Poco a poco estos murmullos van apareciendo en intervalos menores de
tiempo, murmullos aleatorios, recuerdos estúpidos de un momento no tan
estúpido.
“Una larga espera
que mereció la pena, un abrazo fuerte y soñado, una sonrisa.”
No puedo evitar sorprenderme al verme transportado a todos esos
lugares, esas horas que parecieron minutos, esos minutos que parecieron
instantes.
“Unas manos sucias,
unas personas sobre el barro, esas mismas bajo la lluvia.”
Poco a poco los detalles aleatorios, pero importantes, van siendo cada
vez más frecuentes.
“Unos ojos, una
caricia, una mirada.”
“Unas horas de
descanso, un rencuentro, una mirada.”
“Unos supuestos
puntos en los ojos, unas uñas extrañas, una mirada.”
“Un dolor de piernas
después de un largo paseo, un entrelazar de manos, una mirada.”
“Un abrazo, un beso,
una despedida.”
En ese momento abro los ojos volviéndome a encontrar solo, a oscuras
con mi música, mis velas, y una imagen en mi cabeza. Sonrío.
“Un abrazo, un beso,
pero no una despedida.”
Un hasta pronto.