miércoles, 1 de febrero de 2012

RECUERDOS, NO SOLO RECUERDOS


Recuerdo los tiempos en los que era niño, aquellos momentos de paz y tranquilidad que nunca se olvidan.
Recuerdo momentos específicos de mi vida, que aunque no parezcan gran cosa, son uno de los motivos por los que sonrío todas las mañanas.
Recuerdo los sitios donde he estado, mi tierra natal y todos aquellos lugares que al final he acabado considerando mi hogar, pero también aquellos viajes en familia, ya fueran planeados o simples excursiones momentáneas, que siempre son motivo de conversación en reuniones familiares y otras celebraciones del estilo.
Recuerdo a cada una de las personas que he conocido en esta vida y que me han causado gran sensación, de ellas hace mucho que no sé, pero el tiempo que pasamos juntos fue el suficiente como para no arrepentirme.
Recuerdo cada uno de los momentos más felices de mi vida. Mucho más que los tristes, ya que de estos segundos, poco me interesa recordar.
Recuerdo todo lo que he aprendido a lo largo de los años, no solo de lo que aprendí en la escuela y en la universidad, cosas de las que acabé descubriendo su escaso valor, sino también de lo que aprendí de otras personas y lugares por el simple hecho de estar en el sitio y tiempo indicados. Todas aquellas cosas que acabe usando y que me valieron, a mí personalmente, para darle sentido a cada momento.
Recuerdo aquellos detalles que me hicieron feliz en su día, y que ahora, cuando los recuerdo, obtienen una pequeña sonrisa de agradecimiento.
Recuerdo todas las oportunidades ofrecidas y aprovechadas, pero también recuerdo aquellas de las que posteriormente me arrepentí de no haber tomado, ya que, al no aceptarlas, ese sentimiento de culpa me obligo a decir que si y no volver a caer en los mismos fallos.
Recuerdo las largas horas leyendo aquellos libros de fantasía, con los que, gracias a ellos, me podía evadir de la realidad y sentir, no felicidad, pero si consuelo.
Recuerdo mis tardes escribiendo, o por lo menos intentándolo, no metiéndome con nadie ni diciendo verdades absolutas, o por lo menos intentándolo, escribiendo sobre mis sentimientos, deseos, vivencias… o por lo menos intentándolo.
Recuerdo a mis familiares, unos aun parte de mi día a día, pero otros ya solo buenos, no, muy buenos recuerdos acompañados por un sentimiento de tristeza, siempre sano y a veces odiado.
Recuerdo no haber recordado nunca ninguna de estas cosas, o por lo menos ninguna de forma tan lejana como aparentan ser. Pero sé que esto es todo lo que quiero recordar y lo que quiero que recuerden de mí. Nada menos que muy buenos recuerdos que nunca envejecen.
Suficiente para estar orgulloso de uno mismo y poder , siempre que me pregunten qué tal estoy, contestar, “cada día mas joven”.

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